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Especial Cómo son

Aquí diré cómo son los personajes de En mi mundo, siento no haberlo hecho en la historia, ya mejoraré los primeros capitulos con todos los datos, hasta entonces os dejo esta entrada; espero vuestas opiniones :)!


¿Cómo es ¿Merdi?

Merdi es morena, pelo largo y liso hasta la cadera,ojos verdes,su piel es clara, suele vestir no muy llamativa, y con calzado cómodo como las deportibas. En el mundo de los vampiros viste con un top rojo, mini falda negra con cadenas plateadas y unas botas que la llegan por la rodilla tambbién negras.
A Merdi la pasa de todo, se mete en un montón de líos,¡la encanta la diversión! las pelis y historias de terror.
Conoce a Lucass de pequeños, para ella es como su hermano, le tiene un cariño muy grande y quiere seguir siempre a su lado.

MUNDO MÁGICO: El de los Vampiros.

RAZA: Vampiresa

CLARIUM: Color morado (púrpura)

FECHA DE NACIMIENTO: 29 de Octubre

EDAD: 17


¿Cómo es Ehster?

Ehster es rubia, pelo por debajo de los hombros y liso con pequeñas ondulaciones,ojos azules y piel clara, la encanta ponerse para vestir faldas de todo tipo, botas y alguna chaqueta que la pegue con las botas ¡siempre ira de colores claros! excepto por el instituto, que hay que ponerse el uniforme.
No habla mucho, pero confia en sus amigos y no la hace falta decirlo para que ellos lo sepan, es reservada, no dice lo que siente, porque no lo cree necesario.
Su vida ha cambiado desde que sabe toda la verdad de la vida, y ahora los reyes mágicos la buscan para acabar con ella. Aprenderá que ya no es una niña y que esto no es cuento de hadas.

Mundo: de los Humanos.

RAZA: humana.

FECHA DE NACIMIENTO: 2 de Abril

EDAD: 16


¿Cómo es Marcus?

Marcus es castaño,piel clara,ojos marrones,viste normal, excepto en su mundo de los ángeles, que llevará un traje blanco con cadenas y una marca en el brazo.
Es algo reservado, conoció a Lucass no hace más de un año y ahora son inseparables.Unos días después conoció a Alem, que también se hicieron inseparables.
Descubrió que él era un ángel y no supo como tomarselo.

MUNDO: de los Ángeles.

RAZA: ángel

CLARIUM: azul muy claro.

FECHA DE NACIMIENTO: 16 de Noviembre

EDAD: 17


¿Cómo es Lucass?

Lucass es moreno, pelo liso y reboltoso, ojos verdes y su forma de vestir es normal:pantalón, camisa y deportivas(habeces lleva alguna cadena por el pantalón.)
Tiene el cuerpo en forma, es amigo de Marcuss y Alem. Él y Merdi son como hermanos, la tiene un cariño especial, tanto que entregó su vida por ella.

MUNDO MÁGICO: El de los vampiros.

RAZA: Vampiro.

CLARIUM: rojo.

FECHA DE NACIMIENTO: 10 de Julio

EDAD:17


¿Cómo es Alem?

Alem es castaño, pelo liso y ojos azules, le encanta vestir con informal.
Es el personaje que lo ve todo por igualdad, no hay nadie superior o inferior a él. Su familia se encargaba de buscar a los vamiros que escaparon hace 2 años y llevarlos a su verdadero mundo, y él los ayudaba.

MUNDO MÁGICO: El de loas brujas y brujos.

RAZA: Brujo (mago).

CLARIUM: azul marino.

FECHA DE NACIMIENTO: 4 de Mayo

EDAD: 18


¿Cómo es Sally?

Es rubia, pelo largo, por encima de las rodillas, y de bonitos rizos.
Es la princesa de los ángeles, pero por ello ha tenido una vida dificil. Cuando su madre muera tendrá que casarse con el chico que su padre diga y reinará su reino y el de los vampiros. Siempre pensó en seguir el ejemplo de su madre pero, ahora se dado cuenta que no es justo ni agradable.

MUNDO MÁGICO: el de los Ángeles.

RAZA: Ángel.

CLARIUM: rosa chicle.

FECHA DE NACIMIENTO: 1 de Septiembre

EDAD: 17



¿Cómo es Dilus?

Dilus es de piel algo tostada, pelo de un rubio oscuro y lo lleva recogido por una coleta y le llega por debajo de los hombros, aunque en su mundo lo tiene suelto, ojos azules también oscuros y cuerpo en forma.


MUNDO MÁGICO: el de las hadas

RAZA: mago (hada)

CLARIUM: naranja

FECHA DE NACIMIENTO: 22 de Marzo

EDAD: 18

DELANTE DE LAS GRANDES PUERTAS DEL CASTILLO OSCURO...


Ehster intentaba herir a su oponente con disparos, pero éste se protegía con las alas de ángel que tenía o esquivaba las balas con movimientos mínimos. Ella ya se estaba agotando, y solo habían pasado apenas 3 minutos desde que sus amigos se fueron en busca de Lucass.
“Qué habrá sido de ellos?” Pensaba en ese momento. No podía rendirse tan fácilmente, pero el pensamiento de ser derrotada era bastante grande.
— ¿Sólo sabes disparar como si estuvieras enfrente de una consola?— Preguntó sacándola de sus pensamientos el ángel. Ehster podía notar su tono burlón hacia ella.

Pero él tenía razón, ella solo disparaba, y así no hacía nada pero ¿Qué podía hacer ella en ese momento a parte de eso? Ella solo era una cría inocente que se pensaba que la vida era como un cuento de princesas: te gustaba un chico y tras momentos cursis, él se convertiría en su príncipe.
Cerró los ojos, reflexionando, y después los abrió. Ya la había quedado claro una cosa: la vida no era así, y conocería el verdadero dolor, pero con una victoria.
— Está bien, cría. Acabemos con esto.— el ángel ya empezaba ha aburrirse. Ehster levantó la vista hacía el ángel y le miró con ojos desafiantes.
— Me parece bien.— y levantó su pistola volviendo a disparar. El ángel suspiró ¿Pero no se daba cuenta que así no haría nada?
Él volvió a esquivar las balas y empezó a correr hacia ella, apareciendo detrás suyo sin que ella se diera cuenta. Pero Eshter se giró y caminó hacia atrás para volver a disparar.
El ángel sonrió, la cría había decidido moverse. Al menos ya empezaba a usar la cabeza. Con un chasquido de dedos, él había hecho aparecer otra pared de hielo para defenderse de las balas, y finas raíces de hielo se dirigían a toda velocidad hacia la chica.
Ehster, viendo con horror la velocidad que iban a por ella las raíces, gimió al notar un dolor horrible en su hombro izquierdo, y dirigió su mirada al hombro para ver lo que la ocurría y se quedó paraliza. Una raíz de hielo la había atacado por la espalda y se había clavado en su hombro, atravesándola por completo.
Al segundo, las otras raíces también la habían herido, cuatro de ellas la habían rasgado el brazo, el muslo de su pierna, su cadera y su mejilla, todo del lado derecho, y otra raíz la había atravesado su pierna, también la derecha.

Ella solo sentía unas grandes punzadas de dolor y la sangre resbalando por su cuerpo. Soltó sin querer su pistola, que esta cayó al suelo, y el ángel soltó una pequeña carcajada. Verla con esa cara le divertía.
Entonces Ehster cayó de rodillas al suelo con la vista perdida del dolor, y las raíces atravesadas se apartaron de su cuerpo, haciéndola más sangre. El ángel volvió a chasquear los dedos para que las raíces desaparecieran y miraba a la chica ahora con un rostro más o menos serio, para luego girarse y sus ojos se toparon con la puerta del castillo negro, a unos trece metros hacia él.
— Ya he acabado contigo.— la dijo con una voz fría a Ehster y sin siquiera voltease para mirarla, y empezó a andar con pasos lentos para entrar a la torre.

Ehster apoyó sus manos en el suelo, con sus ojos fijos en las piedras rocosas en las que estaba ella en cima. ¿Ahora qué? ¿Se había acabado todo?
“¡No puede ser! ¡Les dije que confiaran en mi! ¡No puedo ser derrotada! Pero...” pensaba ella. Unas lágrimas resbalaban de su cara, cayendo a las piedras a las que ella miraba. “No puedo más, este dolor... no lo aguanto” Y empezó a golpear el suelo con su puño derecho mientras cerraba los ojos con fuerza y las lágrimas caían.
“¡No! ¡Esto no puede acabar así! Tengo que ser fuerte, Merdi y Lucass han estado viviendo con este dolor ¡Y puede que con más! Pero aún así ellos han estado con una sonrisa en su rostro ¡Han estado luchando con este dolor! No se han rendido, ahora ellos están volviendo a luchar contra esto ¡Y no lloran! ¡No se han rendido! Ahora me tengo que levantar, para luchar, para ganar y ¡Verles!” Abrió los ojos y cerró sus puños con fuerza, ya no la resbalaban lágrimas y estaba decidida a luchar hasta el final.

Agarró su pistola con la mano derecha y se levantó del suelo, tragándose sus gritos de dolor.
— ¡Ahora no! ¡No seré derrotada!— Gritó con todas sus fuerzas para que el ángel la oyera bien. Éste se detenió al escucharla, y se giró para verla. Se asombró al saber que la chica se había levantado del suelo y con la pistola bien agarrada. Por lo visto ella estaba decidida a seguir luchando aún sabiendo lo herida que estaba.
Ehster se dio la vuelta y le miró a la cara, aguantando de pie y dispuesta a seguir.
— ¿En serio quieres seguir? Tú estado es lamentable— el ángel dudaba de ella, pero la chica le sonrió. Él no se lo podría creer ¿Dónde estaba la cría llorica que antes veía? Daba lo mismo, con su penoso estado volverá a caer enseguida.
Cerró los ojos y luego suspiró, estaba cansado de usar tantas energías para esa niña, pero la concedería el honor de morir con sus poderes. Y tras decidir lo que la haría abrió los ojos, pero para su sorpresa ella no estaba allí.
Congelado del asombro giró su cabeza hacia arriba.
— ¡¿Pero qué...!?— Logró exclamar al ver que ella había saltado sobre él, agarrándole con su mano libre su hombro y tirándole al suelo de la fuerza. — ¡Estas loca!— Siguió diciendo al ver que ella estaba encima de él, agarrándole el hombro y apuntando con la pistola a su cabeza.
— ¡Acabaré contigo! ¡No me rendiré!— Le gritaba ella dispuesta a apretar el gatillo y volarle la cabeza. Pero el ángel no tenía miedo de los pensamientos de la chica.
— ¿Pero es que no te ves? Aunque consigas derrotarme no conseguirás nada ¡Tus amigos ya habrán muerto!— Ehster negó con la cabeza.
— Ellos son fuertes, tienen la fuerza que yo no tenía, por eso ¡Estarán bien!— Ella seguía gritando, y el ángel empezó a reír, histérico.
— Aunque ellos estén bien y lo consiguen, tú no irás a ningún lado ¡mírate!.— Él también había empezado a gritar.
— ¡No me importa! Porque si eso ocurre yo al menos habré cumplido mi parte.— sin habla, el ángel movió los dedos. El brazo de Ehster que le agarraba el hombro empezó a congelarse, con la intención de que ella le soltará y su cuerpo se fuera congelando por completo, para convertirla en una estatua de hielo. Pero Ehster no le soltó, su brazo se estaba convirtiendo en hielo, pero ella solo le miraba a los ojos y le sonrió. A los dos segundos apretó el gatillo de la pistola con los ojos cerrados.

Escuchó el sonido de un disparo, notó como grandes cantidades de sangre salpicaban por todo el suelo y como el aire despeinaba sus cabellos rubios. Esperó cinco segundos para volver a abrir los ojos, y al hacerlo vio al cuerpo de su contrincante con la piel pálida y su rostro manchado de su propia sangre. Después se miró su brazo congelado, el hielo había parado de subir, y suspiró de alivio. Se alejó del cuerpo del ángel seguramente muerto para sentarse en el suelo, dejando a un lado su pistola y apoyar sus manos en el suelo.
— ¡Ya está! ¡Lo conseguí!— Gritó llena de alegría, y miró hacia arriba. En cima de la torre no se podía ver gran cosa, pero se podía identificar un destello de luz de luz y a unos metros de distancia un muro negro atrapaba algo como si fuera una caja.
“¿Qué está pasando allí dentro?” Pensó. También se fijo que unos pájaros extraños que escupían algo volaban por encima de la “caja” negra. Ehster intentó levantarse del suelo pero el cansancio y el dolor la pudieron.
“Lo siento chicos, no puedo ir en este momento. Dejarme descansar e iré con vosotros.” Y se tumbó en las rocas, lamentándose por no poder ir con ellos a ayudarles.


DENTRO DE LA TORRE, EN LA SALA QUE SE ENCONTRABA DELANTE DE LAS PUERTAS PRINCIPALES...


Alem se estrelló contra la pared, después cayó al suelo y pequeños chorros de sangre salían de su boca. Y miró al gay, que había cambiado: ya no era una mujer, se podía ver a un hombre con el mismo cabello largo y colorido, con las mismas ropas blancas que llevaban antes los ángeles. Le había golpeado en la cara con una fuerza imposible de creer y había salido disparado contra la pared.
— ¿Pero tú que poder tienes?— Le preguntó mientras se ponía de pie. El ángel levantó los hombros.
— Puedo convertirme en una mujer y tener su agilidad, pero también puedo usar toda una fuerza siendo hombre.— Alem le miró extrañado. No se pensaba que le contestaría, y menos algo así. Ahora ya sabía su debilidad: no puede usar esa fuerza y ser ágil a la vez.
“Que tío más idiota” pensó. Se metió una mano en el interior de su capa que tenía como mago que era, y sacó un frasquito con un liquido azul en su interior.
— ¡Toma ésta!— Le exclamó mientras le lanzaba el frasco, pero el ángel solo dio un paso a la izquierda y el frasco le pasó de largo.
— ¿Qué tengo que tomar?— Preguntó mirando a su alrededor. Alem no sabía que contestar. Lanzar cosas no era su estilo, siempre ocurría algo al hacerlo y no solía conseguir su objetivo.
— Esto...— en seguida empezó a reír ocultando su fallo. —Te lo habías creído ¿A qué sí? ¡Pero no te descuides, no volveré a hacerlo!—
El ángel le miró. No tenía comentarios para eso. “Ese chico planea algo ¡Tengo que tener cuidado!” Se decía a él mismo.
Pero en realidad Alem no sabía que hacer, ese idiota podía acabar con él en segundos.
— Si no tienes tus frascos con esos líquidos raros no podrás hacer nada ¿Verdad? Soy un genio.— se halagó el ángel. Alem tragó saliva.
“¡Mierda! Lo ha averiguado a pesar de que es idiota.” Volvió a pensar Alem. Pero no pudo pensar en algo más porque el ángel, convertido en mujer, había corrido hacia él y al segundo se convirtió en hombre, agarrando su capa y estirándolo para quitárselo de encima. Al conseguirlo la lanzó por el suelo, escuchando el sonido del cristal rompiéndose. Alem, que se había quedado sin habla al ver lo que ese idiota había hecho, abrió la boca al escuchar el sonido del cristal roto. No daba crédito a lo ocurrido.
— ¡Mis frascos! ¿Tú eres más que idiota? ¿¡Ahora como te ataco!?— Le gritó mientras se llevaba las manos a la cabeza y le miró a la cara. El ángel se llevó la mano al corazón.
— Los idiotas se hacen más que idiotas con su buen orgullo.—
Alem le miraba sin saber que decir. Ese chico estaba realmente muy mal.

— ¡T... t... tú estas loco!— Logró decirle. Pero el ángel sonrió al escuchar lo que se supone que era un insulto.
— Los locos somos realmente orgullosos por serlo.—
— ¡No era ningún halago!— Le gritó Alem. Después se llevó una mano a la cara. Estaba perdiendo los nervios.

El ángel aprovechó ese descuido para darle un puñetazo en su tripa, y Alem volvió a estrellarse contra la pared, pero esta vez la había roto, y el se incorporó en el suelo y escupió sangre.
— Mierda...— murmuró llevándose una mano a la boca.
— No tienes que descuidarte.— le dijo su oponente con una sonrisa en su rostro.

Alem solo podía pensar en que esto ya se había acabado, ese tío tenía mucha fuerza y él ya no tenía sus frasquitos para derrotarle.
Su mente vagueaba en ese momento. Recordaba lo que él quería hacer desde pequeño: ser como sus padres, grandes magos que ayudaban a otros mundos encontrando sonrisas y risas, pero él ya sabía que eso ya no era posible. Había desafiando al gobierno para salvar a Lucass, y no lo lamentía.
— Sele.— consiguió decir en un susurro.— Perdóname.— El ángel empezó a mirar alrededor suyo, para ver si había alguien más allí. Pero solo estaban ellos dos.
— ¿Qué dices? Yo soy Nana.— le recordó volviéndolo a mirar.
— Ya losé, solo que...—
— ¿Qué? ¿Te vas a rendir ya? Que decepción.— Alem le miro incrédulo.
— ¡Has acabado con mis esperanzas! ¿Qué querías? ¿Qué sacará una espada como las de Star wars?— Dijo éste molesto. El ángel le miró divertido.
— No, pero realmente eres un crío. Un playmovil.— y movió la cabeza como diciendo “No tiene remedio.”

Alem observaba su movimiento de cabeza sin saber que decir o hacer. Pero había entendido lo que le quería decir con esos insultos. Se estaba rindiendo demasiado rápido. Entonces un momento de su pasado pasó por su cabeza:
Él era un niño, y una chica de cabellos largos, castaños y rizados, con los ojos azules como el reflejo del cristal, de piel clara, con los ojos pintados de un azul grisáceo y sus labios y sus mejillas rosas, con unas hermosas alas de plumas blancas, vestida con un traje blanco y dorado. Ella estaba delante de él, mirándole con una sonrisa amistosa.
"Mi hermano... lo llevaré a otro mundo, pero alguien le tendrá que proteger en un futuro" le dijo con una voz dulce. Alem se señaló con su dedo pulgar.
"Déjamelo a mi, le protegeré aunque eso signifique dar mi vida." la dijo todo orgulloso. La chica le miraba con un gran aprecio en sus ojos.
"Sé que lo harás" le dijo orgullosa de conocerle. Él la miraba un poco triste.
"Gracias por confiar en mi. No fallaré" La contestó. La achica afirmó con la cabeza.

— ¿Te ocurre algo?— Le preguntó Nana sacándole de sus recuerdos. Alem no dijo nada, solo se levantó del suelo.
— Si no puedo atacarte con mis frascos, entonces lo haré con mis puños.— contestó él. Nana le miró incrédulo. Pero Alem estaba decidido, no podía fallar, no se lo perdonaría.
— ¿Hablas enserio?— Seguía preguntándole Nana.
— No tengo alternativa. Le tengo que proteger hasta el final. Se lo dije.— le contestó otra vez Alem. El ángel estaba confuso, pero él era muy cotilla así que siguió preguntando.
— ¿A quién se lo dijiste? ¿A Sele?— Alem no dijo nada, solo preparó sus puños para atacar. Nana, al ver que Alem le iba a dejar con la curiosidad, prefirió volver al combate ya que su oponente estaba decidido a luchar hasta el final. —Si te derroto, me lo tienes que contar.—
— Trato hecho.— Alem le enseñó una pequeña sonrisa y Nana hizo lo mismo. El chico tenía un buen orgullo después de todo.

Alem corrió hacia él para golpearle en la cara con su puño, pero Nana se había convertido en mujer para esquivarlo y volvió a ser hombre para acabar golpeándolo en la cara otra vez.
El chico no se rindió y volvió hacia el ángel para volver a intentar golpearlo, pero Nana lo volvió a esquivar atacándole por la espalda. Alem volvió a caer sobre las rocas que antes hacían de pared al exterior, cayéndole unas grandes rocas del tejado encima.
“La espada de Star wars no le habría venido mal” Pensó el ángel al ver que él no se movía para quitarse las rocas de encima.
Pero había visto mal. Alem había conseguido apartar las rocas y ahora estaba de pie, con el cuerpo lleno de sangre, levantaba una de las rocas por encima de su cabeza, para lanzárselo, y así lo hizo.
Nana vio como el chico había conseguido levantar unas de esas pesadas rocas y como se la había lanzado. Sin esperarse esa roca dirigiéndose hacia él, intentó esquivarlo convirtiéndose en mujer, pero no le dio tiempo y su pierna derecha había sido atrapada por la roca.
— ¡No!— Gimió de dolor. Y buscó con la vista al chico, que estaba al lado de él de pie, agarrándole del traje.
— Ahora te tengo.— le dijo. Y empezó a golpearlo con sus puños, sin parar, lo más fuerte que podía.
Nana empezó a sangrar, su cara estaba siendo golpeada con bastante fuerza, y intentó detenerle con sus manos, pero Alem le soltó del traje y le cogió un brazo, torciéndoselo totalmente. Nana gritó de dolor, dejando caer su cabeza contra las rocas y cerró los ojos, casi inconsciente.
Alem le dejo caer el cuerpo al suelo, ya lo había conseguido, y le miró todo sonriente.
— Gracias, me has enseñado algo muy importante.— le agradeció. Nana abrió los ojos para mirarle a la cara y le devolvió la sonrisa, intentando quitarle importancia al dolor que sentía.
El chico se dirigió hacia sus ropas de mago y rebuscó entre los cristales rotos. Y al encontrar un liquido anaranjado por el suelo lo tocó con las manos, para luego dirigirse hacía el gay y restregarle el líquido por el brazo izquierdo. Era una pequeña curación para impedir que pierda el pulso. Al final le había caído bien y todo.

Se sentó en el suelo respirando rápidamente, estaba machacado. Miró hacia la puerta en la que habían desaparecido Merdi, Marcus, Dilus y Sally. También dirigió su vista hacia la pared destrozada por sus caídas, y consiguió distinguir a Ehster tumbándose en el suelo, con su oponente tirado también por los suelos. Parece que lo había conseguido, y seguro que los demás también.
“¿Has visto Sele? Me volveré más fuerte, y protegeré a tu hermano junto con mis amigos.”

EN EL PASILLO...


El ángel no entendía por qué Dilus, alguien que tenía que acabar con la humana, había desobedecido la orden de una reina. Llevaba tiempo haciendo pedazos las ramas que Dilus invocaba y que le atacaba con ellos.
— No te entiendo ¿Por qué haces eso? ¡Deberías de estar agradecido con la reina! ¿Por qué vas en su contra?— Le preguntaba el ángel. Dilus no tenía intención de decirle nada. —¡Contesta! ¿Os es que no tienes una razón para lo que has hecho?— Dilus suspiró. Ese ángel no lo iba a entender.
— Claro que tengo razones, pero no las entenderías.— le contestó, se estaba cansando de tantas preguntas. El ángel frunció el ceño. Le estaba tomando por tonto.
— Lo entenderé.— le aclaró. Dilus seguía teniendo el rostro serio.
— Bueno.— suspiró. Al final aclararía algo. El ángel aguzó el oído para oírle bien. —Es verdad que le estoy agradecido a la reina por salvarme la vida pero ¿Cuántos años han pasado desde aquello? Durante esos años sirviéndola me enterado que tenéis la solución para que los vampiros puedan beber algo sin hacer falta que sea sangre de otros seres. Entonces ¿Por qué debo ayudarla a que siga haciendo algo así?— El ángel se quedó de piedra al oír tal cosa ¿Cómo sabía él eso?
— Ya veo... Pero aún así no entiendo por qué desobedecer a los reyes Mágicos.— consiguió decirle.
— A esa chica la queda demasiados momentos de vida como para matarla. Aprenderá a ser fuerte. Tampoco tengo muchos motivos para ayudarla, pero no puedo dejarla morir por saber la verdad.— siguió explicándole. Ya no le diría más. No tenía porqué hacerlo. El ángel afirmaba con la cabeza tras escuchar la explicación de Dilus. No le entendía, pero como ángel que era, prefirió pensar que ese chico tenía sentimientos por ella, y así no tendría que darle vueltas al asunto.
— Ya sé que pensar de tus motivos.— le dijo el ángel con los brazos cruzados y moviendo la cabeza.
— No sé que habrás entendido.— Dilus le miraba ahora sin saber que decirle, por sus movimientos, ese ángel habría sacado otra conclusión.

Al momento, el ángel volvió a preparar su postura de combate, al igual que Dilus, y alzó las manos para que el cristal en el que estaba como suelo se rompiera. Dilus movió sus alas, y ahora se mantenía flotando en el aire gracias a ellas. El ángel movió los dedos y todo el pasillo se vino abajo, cayéndose al río de lava.
— Veamos que tal se te da defenderte y atacar en el aire.— se burló el ángel. Dilus prefirió no contestarle y demostrarle lo que sabía.

Alzó las manos al aire y raíces gruesas salieron desde el suelo, alrededor del río, y subieron hacia arriba hasta llegar a la altura de él. El ángel sonrió maliciosamente y chasqueó los dedos.
Las raíces empezaron a dirigirse hacía Dilus para atacarlo. Él no entendía lo que el ángel había hecho, no podía controlar las raíces que había hecho aparecer, y esquivaba las raíces. Desvió la mirada hacia el ángel y vio como se mordía el dedo pulgar, haciéndose sangre y murmurar algo.
Entonces escuchó el sonido de un disparo. No había sido el ángel, entonces...
“Eshter...” pensó. También se dio cuenta que las raíces se habían detenido, ya no se movían y se habían quedado paradas en el aire, y debajo de sus pies la tierra subía hacia arriba, atrapándole en una esfera de tierra.
— No tienes que descuidarte, chico.— le avisó el ángel.

Dilus intentaba salir de la esfera, pero era inútil. El ángel se acercó a la esfera de tierra formada por él y dibujaba con la sangre de su dedo pulgar una especie de circulo extraño y se echó hacia atrás. Abrió la palma de su mano y tras concentrarse cerró el puño.
La esfera se encogía, pegándose toda la tierra a Dilus, el ángel abrió el puño, y Dilus gritó de dolor.
La tierra caía al suelo con mucha de su sangre, y él también caía, totalmente herido.
El ángel había tomado por terminado el combate, pues con esa caída era muy difícil sobrevivir.

Tirado en suelo boca arriba, Dilus aún respiraba, difícilmente pero aún lo hacía. La tierra le había traspasado como si fueran agujas.
“¿Cómo lo ha hecho? Pensaba que solo podía hacer pedazos a las cosas con un chasquido de dedos, pero ese tipo puede hacer más cosas, como controlar la tierra o algo así.” Pensaba mientras se incorporaba en el suelo.
— ¡Vaya, pero si sigues vivo!— Exclamó el ángel al ver que se estaba poniendo de pie. — Tengo que felicitarte por caer de tal altura y aún vivir.— le seguía diciendo con ironía. Dilus no iba a decir nada, estaba respirando rápidamente. Observó alrededor suyo, pudo ver a lo lejos a Ehster tumbada en el suelo.
“Lo ha conseguido” pensaba alegremente. Entonces, él también lo conseguiría, y miró al ángel que también la observaba desde lejos.
— Parece que la niña lo ha conseguido, y Nanael también ha caído.— avisó de repente. Dilus lo miró con una sorpresa en su rostro.
— ¿Nanael es el raro?— Preguntó refiriéndose al contrincante de Alem.
— Ese mismo.— afirmó. — El que se llevaba al preso también ha sido derrotado.— Dilus tragó saliva.
— Entonces... ¿El preso está libre?— Volvió a preguntar. Quería saber que había pasado con los demás.
— Eso parece.— y le miró a la cara con una media sonrisa. —Ahora si que estáis acabados, viene ella.— Dilus lo seguía mirando perplejo.
— ¿Ella...?— Y hizo una pausa para seguir tragando saliva. Sabía muy bien a quien se refería el ángel. Esto se estaba poniendo feo.
— Acabemos ya. Tengo que acabar con los que mis compañeros no han podido.— Y volvió a extender la mano.

Dilus ya sabía que alguien había liberado a Lucass, que Eshter y el mago habían podido con sus oponentes, y también extendió la mano, haciendo que de la palma de su mano salieran unas finas raíces verdes que atraparon los brazos del ángel, y hizo que las raíces acercaran al ángel hacia él a gran velocidad, y cuando el ángel estaba a varios centímetros de él, lo golpeó en la cara con su puño libre.
Las raíces soltaron el brazo del ángel al darle el golpe, para que éste saliera disparado contra el suelo.
El ángel, con sangre en la cara del golpe, se puso de pie, dispuesto de hacerle otra vez lo de la esfera. Pero otras raíces verdes le habían atrapado el bazo derecho, otra el brazo izquierdo, y otras dos las piernas derecha e izquierda.
— ¿Qué vas hacer atrapándome? ¿Golpearme? Eso no acabará conmigo, es obvio que soy superior que tú.— Se burló el ángel al ver su situación. Pero Dilus no dijo nada, solo extendió sus dos puños hacia arriba, y abrió su puño derecho.
Las raíces que agarraban el brazo y la pierna del lado derecho se estiraron. El ángel podía notar el dolor que le causaba que las raíces estiraran de él con esa fuerza.
“¿Qué me va hacer? ¡Qué no soy ningún juguete!” Pensaba en ese momento él.
Dilus siguió en silencio, y cuando vio que el ángel ponía resistencia intentando salir de las raíces, abrió el puño izquierdo.
Las raíces que sujetaban el brazo y la pierna del lado izquierdo se estiraron de golpe a la dirección contraria a la que se estaban estirando las raíces derechas, con tal fuerza y velocidad que la sangre salió de su cuerpo, gritando de dolor. Le dejó caer al suelo, y se tiro también a las rocas, sentándose agotado. Bueno, él también había conseguido su parte, ese ángel no volverá a levantarse.
— ¡Eh! ¡Eshter! ¡Dilus!— Gritó de repente la voz de Alem. Dilus miró hacia las puertas para buscarle, y ahí estaba él, que había tirado abajo las puertas con una roca y le sonreía con un gesto de manos del dedo pulgar levantado.




EN LAS ESCALERAS...


El ángel estaba dispuesto a responder las preguntas que Marcus tenía preparadas para él.
— Adelante, pregunta lo que quieras.— le invitó. Marcus tragó saliva.
— Bien, entonces ¿Por qué estaba en el mundo de los humanos si soy un ángel?— Esa era una pregunta que tenía que saber. El ángel pareció pensarse la respuesta.
— Tus padres fueron de la nobleza, por decirlo así. Se opusieron a las ideas de la reina, y de castigo fueron enviados a la Dimensión de luz.— Marcus asintió con la cabeza, eso ya lo sabía. — Y se dice que tu hermana... bueno, que te llevó con ella.— Marcus se sentía algo incómodo a saber todo eso sobre él que no sabía.
— ¿Mi hermana?— Preguntó confuso.
— Sí, se llamaba... — hizo una pausa para pensárselo bien. — Seleiel.— afirmó. Marcus volvió a tragar saliva.
— ¿Qué la pasó? ¿Sigue con vida?— Por su cabeza pasó la idea de que su hermana estaba en el mundo de los humanos, pero se preguntaba el por qué no sabía nada de ella. Pero el ángel negó con la cabeza, y Marcus se quedó sin palabras.
— No se sabe nada sobre ella. Muchos dicen que murió junto a ti, pero tú no estas muerto. Otros dicen que sigue viva en otro mundo. Pero si te interesa saber toda la verdad, entonces puedo decir que los reyes Mágicos sí lo saben.— Marcus aún tenía alguna esperanza para saber todo sobre ello y verla.
— ¿Quiénes son los reyes Mágicos?— Volvió a preguntar para salir de dudas. El ángel frunció el ceño.
— Jo, chaval, eres un inculto.— le insultó molesto por la pregunta. —Los reyes Mágicos son los reyes de los Siete Mundos.— y suspiró. Marcus parecía pensativo ¿Cómo iba a preguntarles algo a los reyes si los estaba desafiando?
— Bien, creo que tendré que descubrirlo por mi cuenta. Una última pregunta.— el ángel escuchaba atento. — ¿A qué se opusieron mis padres? Para que fueran enviados a la dimensión esa... — El ángel le miró serio.
— Esa razón no la sabe nadie menos nuestra reina, el rey y los cinco ángeles guardianes, es decir, yo y mis compañeros. Y no pienso responderte, porque no lo hicieron por el simple hecho de no estar de acuerdo con los castigos de los vampiros, sino por algo que quienes lo sepan serán ejecutados. Y estamos seguros de que tus amigos los chupa sangre lo saben, pues se atrevieron a robar a Su Majestad.— Marcus respiraba algo nervioso. Merdi y Lucass... ¿Qué tenían que ver ellos dos con esto? Cuando acabaran con todo esto se lo preguntarían. Ahora tenía que derrotar a ese tipo pero ¿Cómo?
— Bien, pues eso era todo.— Marcus puso fin a la conversación y se concentró para intentar hacer algo raro para derrotarle.

El ángel extendió las manos al aire, moviéndolas como si hiciera un dibujo extraño, y el interior de la habitación cambió por completo por un destello de luz. Ahora estaban al aire libre, en algún bosque, con el cielo rojo, suelo rocoso y manchado de sangre, a lo lejos, la luna negra brillaba oscura. Marcus estaba atado a un tronco de madera y delante de él estaba el ángel, sonriendo de forma maliciosa.
— Esto es algo de lo que se hace en las torturas a los vampiros desde los siete años, cinco horas al día, solo que lo de ellos no es ninguna ilusión.— le dijo haciendo aparecer un cuchillo bastante largo y bien afilado. Marcus no podía creerse lo que dentro de unos segundos sentiría.
El ángel le apuntó con el cuchillo y lo lanzó a una gran velocidad. El cuchillo se quedó clavado en la tripa de Marcus, que éste gritó de dolor y escupió sangre por la boca. Al segundo se encontraba de rodillas en las escaleras del castillo, donde estaban antes. No tenía ninguna herida, solo había escupido sangre y tenía un dolor horrible en la costilla donde el cuchillo se clavó.
— ¿Solo fue una ilusión?— Preguntó dolorido. No se había imaginado nunca que Merdi y Lucass hubieran estado sintiendo esto anteriormente.
— Sí, una simple ilusión, pero el dolor que has sentido es como habértelo hecho de verdad, e incluso esto ha sido menos doloroso.
— ¿¡Menos!?— Exclamó Marcus al escuchar tal barbaridad. El ángel afirmó con la cabeza.
— Pero tus amiguitos estaban tan acostumbrados de tal dolor, que desde los diez años que no gritaban cuando se los hacían.— Marcus dudaba de la expresión que poner. — Pero son vampiros, recibir este dolor es lo normal, y han recibido castigos peores, pero muchos peores. Y en vez de aceptarlo prefieren robar y huir.— meneó la cabeza. — Que risa me dan. Deberían estar en la dimensión pero ya. Esos no pueden llamarse vampiros ¡Qué idiotas! Y lo más gracioso: que tú y tus estúpidos padres tengáis compasión por ellos. Y tu hermana te lo quería ocultar. Lógico, ahora entiendo por qué hizo tal cosa ¡Sois la vergüenza...!— No pudo decir más pues Marcus se había levantando, alrededor de él brillaba una luz blanca, que hacía daño a los ojos, el colgante con forma de lágrima azul que llevaba puesta se iluminaba, los ojos de él estaban blancos, y había juntado sus manos de tal forma que se podía ver un circulo deformado.

Al segundo, el cielo estaba rojo otra vez, con su luna negra a lo lejos y el suelo rocoso. El ángel estaba como paralizado por lo que veía. Marcus se había acercado a él, y sin saber como, llevó la mano hacia el cuerpo del ángel, metiéndosela como si fuera un fantasma, hasta llegar al corazón, que lo agarró.
— ¡Espera, no! ¡Por favor, no haga tal cosa!— Le rogó el ángel al ver sus intenciones. Pero Marcus parecía que no oía, que no era él, estaba totalmente controlado por la ira, y cerró su puño, aplastando el corazón del otro, que gritó a más no poder.
Después estaban otra vez en las escaleras, el ángel tirado por el suelo y Marcus con la respiración agitada, se miraba el puño con el que había hecho tal cosa, espantado y sin entender como había ocurrido eso.
Pero lo hecho estaba hecho, y se sentó en un escalón, para descansar y al momento ir a buscar a los demás. Pero no estaba recuperado del ataque de antes, así que decidió esperar un minuto más antes de irse.
“¿Cómo estáis, chicos? Yo he conseguido derrotar al tipo este pero, Lucass ¿Estas ya a salvo?”



ARRIBA DE LA TORRE, EN LA PISCINA...


Sally usaba sus alas para mantenerse en el aire. Ese ángel la había hecho unos cuantos cortes más con el agua de la piscina.
Había hecho hace unos minutos una muralla de luz para impedirle el paso, pero el ángel no lo daba importancia, y solo la cortaba con el agua usando sus poderes extraños.
— ¿Pero vas hacer algo más?— Preguntó la chica ya cansada de tanto corte.
— Eres una princesa, y eso significa que eres una ñoña que caerá de unos simples cortes.— le contestó el ángel con un tono aburrido y pasota.
— ¿¡Pero que dices!? ¡No tienes ni idea!— Le espetó ella señalándole con el dedo. Él solo movió una ceja.
— ¿Mmm? ¿Acaso me he equivocado?— Le preguntó con los brazos cruzados. Sally se estaba cabreando con ese tipo.
— ¡Pues claro que sí! ¡Como princesa que soy he estado entrenando muy duro!— Contestó la chica ya harta de ese aire de superioridad que tenía el ángel. —¡Un poquito de respeto!— Pidió después. El ángel la miraba silencioso, y después bajó la vista suspirando. — ¡¿Qué quieres decir con eso!?
— Nada, nada. Que hija y madre os parecéis bastante— contestó él volviendo a levantar la vista y estirando los brazos. Sally prefirió callarse y guardarse los insultos que pasaban por su cabeza.

En ese momento, un sonido extraño se empezó a escuchar y los dos miraron hacia arriba. Lo que vieron fue un grupo de una especie de pájaro raro de color negro que escupían algo que luego explotaban.
— ¿Qué es eso?— Preguntó ella observando como Merdi y Lucass esquivaban las explosiones.
— Son aves de las pesadillas.— contestó él observando como ella la escena. —Esto se está poniendo feo.— añadió después.
— ¿Qué quieres decir? ¿Os hemos derrotado?— Seguía preguntando ella, pero ahora con un brillo en los ojos.
“¡Sí! ¡Lo conseguimos! Y saldré de aquí con vida” empezó a pensar ella toda feliz.
— No.— negó él sacándola de sus pensamientos. — Dos de mis compañeros ya han caído, y dos están apunto. Ella viene.— Sally le miró con una cara divertida ¡Sí! Lo habían conseguido pero ¿Cómo que viene ella?
— No me digas que...— susurró con un tono de horror. Pero el ángel afirmó con la cabeza.
Al instante, una muralla negra apareció detrás de ellos y del muro de luz, atrapando a Lucass y a Merdi como si fuera una caja.
El ángel volvió a suspirar, aburrido, y se sentó apoyando su espalda contra la muralla negra, una vez que Sally había hecho desaparecer su muralla de luz, y apoyó su cabeza contra sus brazos cruzados. Sally le miró sin aber que opinar.
— ¡No es momento de siestas! ¿No me vas hacer nada?— Se quejó la chica ya cansada de no poder entender la mente de ese tipo. Sin embargo, el ángel solo gruñó.
— Eres la princesa.— la dijo para su sorpresa, con los ojos cerrados y con un tono de no darle importancia al asunto. —No puedo hacerte más daño si no lo pide ella.— Sally dejó sonar un grito histérico.
— ¡Pensaba que no importaba para el reino!— Le gritó, molesta.
— No te hemos dicho eso en ningún momento, lo que te quiso decir mi compañero que aún no eres reina, es decir, que aún no mandas.— la aclaró.
— Sé sincero ¿Mi madre está reinando bien?— Preguntó de golpe la chica, algo más calmada. El ángel seguía con los ojos cerrados y apoyado sobre la muralla.
— Bueno, no es gran trabajo lo que está haciendo. Pero sabemos que cuando tú seas la reina harás un buen trabajo, puedes ir anotando los cambios que darás.— Sally le miró algo sorprendida por su respuesta.
— ¿Podré reinar después de hacer esto?— Preguntó con un brillo de esperanza en sus ojos.
— Discútelo con ella. Pero no deberías estar tan tranquila.— y dicho esto, se levantó del suelo dando unos pasos hacia delante.
— ¿Adónde vas?— Preguntó ella mirándolo sobresaltada. El ángel la dedicó una mirada seria pero de respeto.
— A sacar de aquí a mis compañeros.— Y con esto comenzó a caminar más rápido, perdiéndose de vista a lo lejos.

Sally suspiró, con la mirada perdida donde el ángel se había ido, y dirigió su mirada hacia la muralla negra. Tenía que hacer algo para sacar de allí a Merdi y a Lucass.
Extendió su mano levantándola por encima de su cabeza y murmuró algo sin sentido.
Un destello de luz parpadeó alrededor de su mano y al instante tocó la muralla negra, haciéndola desaparecer poco a poco.

Merdi y Lucass habían estado golpeando la muralla para echarla abajo, pero empezó a desaparecer, pudiendo ver a Sally que la había estado tocando con su mano que brillaba parpadeando.
— ¡Tenemos que irnos ya!— Dijo ella viendo la cara de asombros que tenían esos dos, bajando la mano.
— ¡Sally!— Gritó de alegría su amiga abrazándola. —¿Y ese guardián? — la preguntó después despegándose de ella al instante y mirando a su alrededor.
— Se ha ido. Por lo visto los demás han derrotado a los otros.— Al escucharlo, Lucass no pudo evitar una pequeña sonrisa.
— Entonces vamos.— dijo dando unos pasos hacia delante. —Alguien viene.— Y siguió caminando. Merdi caminaba a su lado y Sally se quedó parada con la vista perdida en el suelo.
— Vamos.— la llamó Merdi. —La visita de esa persona no será buena.— Y Sally empezó a caminar detrás suyo, asintiendo con la cabeza.—
— ¡Eh! ¿Estáis ahí?— Gritó una voz. Lucass reconoció quien era al oírlo y se dirigió a los laterales de la cima. Cuando llegó miró hacia abajo, con cuido de no caerse, y observó cómo Alem, Ehster y el chico que también los había ayudado miraban hacia donde él, sonrientes. — Parece que el vampirito está bien.— le seguía gritando Alem con un tono divertido. Lucass sonrió, y Sally y Merdi aparecieron a su lado, también mirándolos.
— ¡Ey! Creo que necesitáis ayuda para bajar.— dijo otra voz más cercana. Lucass movió su vista hacia la derecha. —¿Sabes dejarte llevar?— Se burló Marcus.
— Me tenéis que contar lo ocurrido mientras no estaba.— le comentó él viendo como Marcus desplegaba sus alas de plumas blancas para volar hacia arriba, con una grande sonrisa.

Pero antes de que Marcus llegará hacia donde estaban ellos tres, Merdi alzó la mirada hacia arriba, con la curiosidad de saber que hacían esos pájaros raros. Y se sorprendió al ver que no estaban, y brillo de luz blanca que hacia daño a los ojos había aparecido ahí arriba, flotando. Tras un segundo así, alguien a quien no hacia falta conocerlo para saber quien era, había aparecido después de que esa luz desaparecieran.
Todos menos Lucass la miraban. Merdi con odio, Sally congelada, Ehster sin saber que hacer o pensar, Dilus con el rostro algo preocupado, Alem con temor y Marcus asombrado por la sorpresa.
Ella era rubia, de rizos muchos más largos de los de Sally, ojos azules cristalizados, piel clara, con un vestido largo y dorado, con una pequeña corona también dorada colocada en su cabeza, y un bastón también dorado que llevaba agarrado con su mano derecha. Mirándoles de frente, con su rostro serio de siempre, pero firme y con la espalda recta.
— Madre...— logró susurrar Sally.

CONTINUARA...

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