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CAPÍTULOS 3 Y 4 MEJORADOS.

Capítulo 3: Regresa el miedo de volver.

Para la prueba del día, la misma profesora que les había explicado las reglas empezó a crear grupos de siete personas, una de ellas con un pequeño mapa de orientación.

A la hora de agrupar no había sido muy retorcida y juntó a los alumnos con las personas de su alrededor.
Por lo tanto, Merdi, Eshter, Marcus, Alem y Lucass se encontraban en el mismo equipo, junto con otras dos chicas.

Una de ellas con el cabello por encima de los hombros y castaños, y la otra con mechones de pelo anaranjados con varios recogidos.

Merdi había sido la encargada de contener el mapa y guiar al equipo por entre los árboles en busca de los tres objetos. Lo malo; ella no era de fiar.

Sin darse cuenta los guiaba una y otra vez dando vueltas por la misma zona, hasta que Marcus decidió ocuparse él del mapa.

Gracias a eso llegaron a encontrar sin problemas la gorra, situada en uno de los muchos árboles que había. También encontraron el anillo entre los escasos arbustos y después la morena volvió a tener el control del mapa.

Pasaron dos horas y todos los demás equipos ya habían terminado hace hora y media, pero el equipo que Merdi guiaba se encontraba rodeado de árboles muertos o secos.

— ¿Dónde estamos?— Preguntó Eshter con la voz entrecortada del escalofrío que recorría su cuerpo al hallarse en un lugar así.

Las otras dos chicas que se habían tirado toda la prueba abrazadas entre sí y armar la escena de “quiero irme de aquí” empezaron a gritar histéricas.

— No pasa nada.— intentó calmarlas Alem, aburrido de esas dos.

Marcus decidió volver a coger el mapa, a ver si sabía donde estaban y como volver. Entonces a Lucass le pareció detectar una luz roja entré los árboles muertos.

— ¿Será la canica?— Volvió a preguntar Eshter con las esperanzas en esa luz. Ahora solo les quedaría encontrar el camino correcto para volver.

Lucass se encaminó hacia la luz para salir de dudas, y vio una pequeña bola roja brillante con algún dibujo negro en su interior. Ante la sorpresa no fue capaz de decir nada, solo observaba el objeto serio.

Los otros seis esperaban con ansias la respuesta de su compañero, pero al ver que éste no contestaba Merdi decidió ir para ver que ocurría. Al llegar también pudo observar aquella bola, y notó como sus piernas empezaban a temblar poco a poco.

— Esto es...— consiguió susurrar con pánico e intentando dejar controlarse.
Alem también decidió ir a ver que ocurría, pero las otras dos chicas se abalanzaron a él con miedo y temblores, que fueron ignoradas por el otro muchacho y solo las quedaba a él.

— ¡Qué miedo!— Volvió a gritar una de ellas. El chico, que iba a empujarlas a un lado, no pudo evitarlo y hizo el papel del caballero de aquella escena.

— No os preocupéis, señoritas.— las tranquilizó. —Vuestro caballero está aquí.— terminó de comentar mientras las correspondía el abrazo.

Merdi pisó el pie de Lucass para que éste reaccionara y dirigió su mirada hacia Marcus, que contenía el mapa y los observaba junto con la rubia.

— ¡Marcus!— Le llamó mientras agarraba bruscamente la muñeca del moreno. —¿Cuál es la salida?— Preguntó nerviosa, dispuesta a salir corriendo tirando de su compañero.

El castaño miró hacia delante y señaló con el dedo. La chica le obedeció y echó a correr mientras tiraba de Lucass como pensaba hacerlo.

Los otros cinco se quedaron observándolos sin entender nada, y tras pensárselo siete veces, Eshter y Marcus empezaron a seguirlos.

El castaño y las otras dos chicas no entendían nada, y el chico quería ir a observar que era aquello tan espantoso, pero las chicas volvieron a dejar sonar un grito que rompía los tímpanos y tiraron de él para obligarlo correr.

Al final los siete consiguieron llegar hacia donde estaban todos los demás alumnos con tan solo seguir cuesta arriba. La profesora los regañó, ya hasta el límite que explotaba, y luego la entregaron la gorra, el anillo y una canica cualquiera de la colección de cinco de ellas de Eshter.


A LA NOCHE...

Merdi se tumbó en su saco de dormir, y su compañera hizo lo mismo en pleno silencio bastante incómodo.

— ¿Me explicarás lo que visteis esta mañana?— Preguntó al final ella, harta de tanta situación incómoda entre ellas dos.

— No lo entenderías.— respondió su amiga apenas sin pensarlo. La rubia gruñó al escucharla.

— Ahora lo entiendo menos.— insistió. No pensaba irse a dormir sin antes saberlo.

— Déjalo.— Merdi cerró los ojos, queriendo fingir que quería dormir.

Eshter suspiró y deseó buenas noches. No iba a insistir más si ella no la iba a decir nada, mejor preguntar mañana.

Tras dormirse, la morena se levantó y salió de allí en busca de cierta persona, y se dirigió a él al encontrarlo.
Lucass estaba sentado en un tronco, y ella se sentó junto a él.

— ¿Qué tal?— Preguntó con un tono de lamentó en su voz fría.

El chico giró sus ojos para verla.

— Esa cosa está aquí.— contestó él con el mismo tono que su amiga.

La chica le rodeó el cuello con sus brazos y juntó la cabeza con la suya. Después le lamió la mejilla, sin intimidarse.

— Yo no pienso volver.— le susurró al oído, y el chico sonrió de lado a lado.

— Eso ya lo sabía.— comentó él más animado también en un susurro.

DETRÁS DE UNOS ÁRBOLES...

Alem estaba escondido entre los árboles y se encontraba impactado por lo que sus ojos habían visto.

Hace unos minutos estaba buscando un buen lugar para hacer sus necesidades cuando detectó a unos metros de lejanía a Lucass. Pensaba en ir y darla un susto, pero entonces vio a la morena sentarse junto a él, comentaron algo sin mucho sentido y después ella lo abrazó por el cuello.

El castaño tragó saliva y siguió cotilleando. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando vio como ella le lamía la mejilla.
Después, esos dos volvieron su vista hacia él. Entonces Alem supo que ya sabían de su presencia, con miradas poco sorprendidas.

Les saludó con las dos manos y se dispuso a salir de allí queriendo olvidar todo lo que sus ojos habían visto.



Capítulo 4: Otro objeto extraño.



AL MEDIODÍA, LA PROFESORA HABÍA LLAMADO A TODOS LOS ALUMNOS PARA COMENZAR LA SEGUNDA PRUEBA...

La profesora dio unas cuantas vueltas alrededor de los alumnos. Estaba cansada, cansada de que algunos alumnos llegaran tarde ¿Ahora qué excusas tenían? ¡Sí estaban al lado de las tiendas!

Merdi y Eshter llegaron al fin, y tras suspirar, la profesora comenzó a explicar.

— Voy a ser directa. No tenemos comida.— dijo de golpe mientras observaba las caras largas de los alumnos. — Así es. Ésta noche un maldito mapache lo ha arrasado todo.— y no pudo decir más ya que su querida alumna la interrumpió.

— Pero yo pensaba que aquí no había animales salvajes.— Merdi se quedó pensativa.

La profesora la ignoró siguiendo con su explicación. Resulta que la prueba era pescar. Por supuesto, Alem se quejó pero el mal genio de aquella mujer lo había hecho callar.

Pasaron tres minutos y seguían pescando. Merdi había conseguido pescar ocho peces y se había tirado todo ese tiempo exclamando alegre cada vez que conseguía alguno.

— Ya me he enterado.— respondió Alem en cuanto su amiga iba a volver a anunciar esta vez su noveno pez. — Pero no me importa porque voy a conseguir uno tres veces más grande que el tuyo. No, mejor cuatro veces más.— estaba ya harto de contener la caña ¡Le dolían las manos! Y encima no había conseguido ninguno.

Bastaba con que dijera eso para conseguirlo de verdad ya que la caña comenzó a tirar. Emocionado, se levantó y empezó también a tirar.

Lo que hubiera pescado debía de ser enorme, la caña tiraba rápidamente de un lado a otro y Alem no podía solo. Las demás personas de alrededor se unieron a él para ayudarlo, y por fin lo consiguieron.

Sus caras de emoción se fueron en cuanto vieron que la cuerda de la caña salía con una pequeña bola púrpura enredada.

— ¿Esto es lo que tiraba tanto?— Preguntó igual de alegre que sus compañeros molestos.

Eshter se fue a asomar para ver mejor el objeto e iba a preguntar si era unas de las canicas de la primera prueba. Hasta que su amiga Merdi también se asomó.

La morena abrió sus ojos como platos y se encontraba quieta como una estatua, hasta que se conseguía ver el miedo en sus ojos.

— ¡Tírala al agua lo más lejos que puedas!— Pidió nerviosa para empezar a reaccionar.

Alem no la miró sorprendido, y tras pensárselo asintió con la cabeza. Lanzó el objeto como su compañera le había pedido, aunque eso de “lo más lejos que puedas” hayan sido dos metros de lejanía.

— Bueno, se ahogará en lo más profundo.— tranquilizó al ver lo cerca que la había tirado.

Entonces, el agua empezó a evaporarse y Lucass, que solo se había quedado mirando la escena, se acercó sigilosamente a Merdi.

— El agua.— la susurró. Ella había comprendido perfectamente lo que el chico la había querido decir, solo que no supo como reaccionar.

El moreno la abrazó por la espalda y los dos se tiraron a la hierba, escondidos detrás de las espaldas de los demás alumnos.

Del humo que se había formado en el agua, un brillo de color púrpura salió como si nada y en cuanto desapareció, un pájaro negro, como un cuervo con ojos rojos, había aparecido.

— ¿Y la vampiresa?— Preguntó al ver como muchas personas lo observaban emocionados. Pero al escucharle hablar, muchos abrieron sus bocas de la sorpresa.

— ¿Eres un juguete?— Preguntó Alem, el único que aparentaba estar emocionado.

El pájaro observó los ojos del castaño, y sin pensárselo dos veces ya sabía la respuesta que debía dar.

— Exacto.— afirmó. — Soy el nuevo personaje de los teletavis.— y dicho esto desapareció.


El silencio se apoderó de ellos durante dos largos minutos, y después todos volvieron a sus posiciones.

— Solo era un juguete.— dijo uno riéndose a carcajada abierta.

— Cierto, era el nuevo personaje de los teletavis.— seguía comentando otro.

— Sí, sí, solo era eso.— continuaba otro con más carcajadas a su alrededor que antes.

Marcus buscó con la mirada a Lucass, y lo vio detrás suyo, en el suelo y abrazando a Merdi.

— ¿Q... qué hacéis?— Se atrevió a preguntar. Sus dos compañeros cayeron en la cuenta del porqué de tal pregunta y Lucass soltó a Merdi para luego incorporarse.

— Solo jugábamos.— mintió, ya que decir que estaban escondidos no era muy lógico.

Alem, que también había visto a sus dos compañeros así, recordó lo que esa noche había visto de esos dos y rápidamente comenzó a menear la cabeza para quitar aquella escena de sus pensamientos.

— Oye, Marcus.— le llamó, que éste último también estaba meneando de un lado a otro su cabeza.

— Dime.— respondió rápidamente.

— ¿Tienes algún pez de sobra?— Alem se negaba a seguir intentando pescar. Su amigo negó con la cabeza.

— No he conseguido ninguno.— Marcus se llevó las manos a los bolsillos de su pantalón. Sabía lo que venía ahora.

Alem empezó a reírse, sin importarle la presencia demoniaca que tenía la profesora. Al verla se quedó en silencio, pero no pudo evitar sonreír de lado.

La mujer dio por finalizada la prueba, y mandó a todos a cocinar sus peces en el fuego que había estado haciendo. Por supuesto, el que no pescó ninguno no comía ese día.

Merdi ya se había levantado del suelo, y le tendió una mano a Lucass para ayudarlo a levantar. Cuando el chico iba por aceptar su ayuda, Eshter apareció de repente.

— Esto...— la rubia quería preguntarles algo, en realidad eran muchas preguntas, pero en ese momento una la estaba comiendo la cabeza. — Vosotros... ¿Sois novios?—

Merdi y Lucass la miraron sorprendidos por tal pregunta y se quedaron en silencio pensando la respuesta.
La cara de Eshter se puso colorada y nerviosa se dio la vuelta.

— No importa ¡Olvidarlo!— Exclamó mientras salía corriendo de allí.

Los dos chavales la observaron irse aún en silencio, quizás por la sorpresa, y decidieron olvidarlo como ella les había dicho después.



~~~Próximamente los demás capítulos~~~

CAPÍTULOS 1 Y 2 MEJORADOS


Capítulo 1: El comienzo de pensar.


Cinco y diez de la tarde. En un instituto normal y corriente, era ya la hora de dejar los estudios e irse.
Eshter, una chica de unos dieciséis años, rubia, de cabellos ondulados y hasta por la mitad de la espalda, ojos de un azul claro, piel clara y vestida con el uniforme de clase: blusa blanca, falda roja a cuadros y con sus nuevas sandalias blancas. Hace unas semanas ella y su grupo de amigas habían estado hablando sobre tener una vida como de princesas. Total, un mundo de hadas.
Pero ya estaban decididas y, como eran muy inocentes, se esforzarían al máximo para encontrar a su príncipe.

Ella había estado hablando esta mañana con su futuro príncipe; Marcus, de cabellos castaños despeinados, ojos de color café, de piel clara. Había decidido que sería él, pero el chico solo estaba interesado en irse de fiesta con su pandilla. Por lo cual la charla con él había sido todo un caos.
Se chocó con él cuando se dirigía a clase y los libros que llevaba agarrados se habían caído al suelo. Marcus pidió una rápida disculpa por el choque y ella le había perdonado en un susurro, agachándose por los libros ya que él no se había molestado ni en ayudarla. Cuando Marcus se disponía a irse porque su pandilla le llamaban, ella le preguntó apresuradamente cuales eran sus planes esa noche. Él movió los hombros y respondió que iba a estar de fiesta con la pandilla, y al momento se fue.
“Valla conversación más absurda ¡Así no conseguiré nada!” Pensaba ella en ese instante.

Pero una voz femenina la llamaba, sacándola de sus pensamientos. Ester se detenió en medio del paso de cebra, que lo cruzaba para irse a su casa. Una mano fría la tocó el hombro, adelantándola.
— Si te quedas aquí parada, los coches te llevarán por delante.— la aconsejó esa figura femenina, que su voz sonaba fría pero a la vez amable.
Ehster sonrió al ver a su amiga a la que se hacía llamar Merdi, de piel blanca y delicada, cabellos morenos y lisos hasta por la cadera, de ojos de un color verde esmeralda, vestida también con el uniforme pero le había añadido unas cadenas plateadas alrededor de su falda.
La chica terminó de cruzar con su amiga haciéndola compañía. Merdi había sido la única de su grupo que se había reído de la conversación de tener un príncipe y sobre de lo que las esperaría el futuro.
La verdad es que ella no parecía ser ese tipo de personas, aunque siempre estaban los rumores.
— ¿Qué te ocurre?— Preguntó la morena para romper el silencio. Eshter la miró algo sobresaltada.
— E... no, nada ¿Qué iba a pasar?— Respondió para que no notara nada raro en ella. Pero Merdi la dirigió una mirada divertida. Esa respuesta no había colado.
— No sé... ¿Te animaría un helado?— Eshter se detuvo. La apetecía un buen helado para dejar de pensar en ese asunto, y asintió con la cabeza. Merdi sonrió enseñando sus dientes blancos. —Por aquí. Conozco un sitio genial.— Y señaló con el dedo a su derecha, andando las dos hacia allí.


En la heladería Ehster se pidió una copa de dos bolas y su compañera un granizado, que después de dar unos sorbos miró a su compañera con curiosidad.
— Bueno, ¿Me cuentas que ocurre?— Más que una pregunta era una invitación para que se lo contara todo, y Eshter suspiró.
— No ocurre nada solo que, bueno estoy dando vueltas a un asuntillo...— contestó ella.
— Déjame adivinar; has estado hablando con Marcus y él solo piensa en fiestas.— Y dio otro sorbo a su granizado. Eshter dio un respingo, Merdi lo había adivinado a la primera.
— No, no es eso... o eso quiero yo.— negó ella, pero su compañera levantó los hombros.
— Si es eso, entonces la solución es muy sencilla.— Eshter aguzó el oído para oír bien lo que su compañera estaba apunto de decir. —Confiesa o no le veas más.—
— ¡No puedo hacer eso!— Exclamó la rubia al escuchar tal consejo.
— ¿Qué harás entonces?— La volvió a preguntar Merdi.
— Pues seguiré mi vida.— contestó con seguridad. Pero también tenía que decir que en el fondo estaba bastante nerviosa.



AL DÍA SIGUIENTE, AL TERMINAR LAS CLASES...

Eshter y Merdi andaban por el pasillo para salir a la calle, pero Marcus y un compañero suyo; de cabellos negros y revoltosos, ojos verdes y piel blanca parecida a la de Merdi, y lo que más la llamó la atención fue que no llevaba puesto el uniforme, sino una camiseta blanca con las mangas cortadas, unos pantalones vaqueros rotos con unas cadenas plateadas colgando y con unas deportivas negras, estaban delante de ellas a unos diez pasos y las iban a cruzar.
Al hacerlo, mientras Marcus preguntaba algo a su compañero, el moreno, sin detenerse, pasó la mano por encima de la cabeza de Merdi, despeinándola cariñosamente, y apartó su mano al pasarla para responder a Marcus.
Eshter dirigió su mirada a Merdi sorprendida, que ésta había sonreído divertida ante el gesto del chico.
— ¿Quién era ese?— La preguntó la chica recuperándose de la sorpresa.
— Ese era Lucass, un amigo de Marcus.— respondió Merdi como si esos gestos fueran de toda la vida.
— ¿Lucass? No me suena.— mintió ella. En realidad algo sabía. Había rumores sobre que él y Merdi se veían todas las noches. Pero quería saber la reacción de ella ante esas palabras.
— Bueno, es todo un caos.— rió su amiga. Se la veía tranquila. Pero esas palabras a Eshter la había dejado pensativa. Se preguntaba si esos rumores serían ciertos o no, pues esos dos parecían estar por encima de sentimientos de ese tipo.


Después, ellas dos habían decidido pasear por el parque, y en cuanto vieron un banco decidieron sentarse, así Merdi aprovechaba para colocarse mejor las cadenas que la colgaban de la falda.
— Este uniforme no pega con nada.— comentó mientras se desabrochaba un botón de la blusa.
— Estoy de acuerdo.— rió Eshter mientras su amiga se sentaba junto a ella en el banco.

En ese momento unos niños de unos diez años se estaban lanzando unos globos con agua en su interior. La carpeta de Eshter se resbaló del banco, cayendo al suelo, y se agachó para cogerla. Mientras que uno de los globos que había lanzado uno de los niños, se había dirigido a Merdi explotándola en toda la blusa.
Eshter se puso de pie con la carpeta agarrada entre sus brazos rápidamente. Pudo observar como Merdi se levantaba del banco silenciosamente, con la blusa empapada y como se la transparentaba su ropa interior de un tono gris. La morena levantó su mirada hacia los niños con una atmósfera asesina alrededor suyo.
— Niños... — les llamó con su voz fría de siempre. —Eso... lo habéis hecho aposta ¿verdad?— Los niños afirmaron con la cabeza mientras tragaban saliva. — ¡Pues os vais ha enterar!— Explotó ella de golpe. Cogió uno de los globos que llevaba sujetado uno de los niños con la mano, y se los lanzó.

Pero los niños lo vieron como un juego y empezaron a lanzarla más mientras ella hacia lo mismo. Eshter los miraba sin palabras.
— Merdi... — susurró. —Deja de jugar.— la pidió al darse cuenta que Merdi seguía a lo suyo. —Merdi, para ya.— volvió ha pedir. Había distinguido a lo lejos las figuras de Marcus y Lucass, que se iban haciendo más visibles con el paso de los segundos. Merdi paró de explotar globos en cuanto se quedó sin ellos para seguir lanzando y dio unos pasos para alejarse de los niños, y Eshter la siguió.

La vista de Merdi se dirigió hacia la figura de los chicos, que hablaban como si nada.
— ¡Anda, mira! ¿Por qué no vamos hacia ellos?— La rubia la observaba sorprendida, su aura asesina había desaparecido, y ahora lo que decía no tenía sentido.
— Ni loca.— respondió ella dando unos pasos hacia atrás. La morena suspiró—
— No puedes huir de él. Sedúcele.— y la agarró de la muñeca suavemente dirigiéndose hacia los chicos. —Además, yo tengo que dar una cosa a Lucass.—

A los cinco pasos ya estaban delante de ellas y Eshter se topó con los ojos castaños de Marcus. Se puso nerviosa en ese segundo de miradas y dejó escapar un grito ahogado. Se soltó de la mano de Merdi y se alejó de allí corriendo.
Merdi, Lucass y Marcus se quedaron mirando hacia donde la rubia corría.
— ¿Qué la pasa?— Preguntó Lucass a Merdi cuando no quedaba rastro de Eshter.
— Es así de divertida.— respondió ella mientras se llevaba la mano al bolsillo de su falda y luego sacándola con un pequeño sobre rojo con una “P” en amarillo justo en medio. Lucass lo miró con una sonrisa y no dudó en cogerlo, para luego guardárselo en su bolsillo izquierdo de su vaquero. Ella también sonreía divertida pero Marcuss los miraba sin saber que pensar.
“¿Se habrán olvidado de mi presencia?” Se preguntaba el chico en ese momento. Pero Lucass dio un golpecito amistoso al hombro de la chica y llamó a su amigo para seguir caminando.
— Que se venga si quiere.— propuso Marcus algo nervioso por si los rumores entre esos dos eran ciertos.
— No, gracias. Yo ya me voy.— agradeció la morena con una sonrisa radiante. Y se despidió con la mano antes de girarse y echar ha andar hacia donde su amiga se había ido.
Marcus se quedó observando a la reaccióm de Lucass, que él se había despedido también de ella con un gesto de mano y la miraba irse.
— ¿Vamos?— Preguntó después girando la cabeza hacia su compañero, que asintió con la cabeza con la curiosidad de saber que habría pasado si la chica hubiera aceptado ir, que encima la blusa estaba mojada y se podía ver su ropa interior.



CAPITULO 2- EL PRINCIPIO DE LOS PLOBLEMAS



Esta mañana, en las clases se había empezado a hablar sobre hacer una excursión en todo campo y estar allí dos noches y tres días.
En cuanto se acabaron las primeras clases de la mañana, Eshter se levantó de su sitio y se dirigió hacia donde estaba Merdi, en su pupitre guardando dos cuadernos de la clase anterior en la cajonera.
— Esto... ¿Vas a ir?— La preguntó cuando la morena se levantaba de la silla.
— Me gustaría ¿Y tú?— Merdi empezó a caminar al lado de su amiga hacia la puerta mientras la respondía. Eshter afirmó con la cabeza.
— Pero quería saber si ibas, me gustaría ir con alguna amiga de verdad.— Merdi seguía caminando ya por el pasillo mientras que Eshter se había detenido al responderla y ahora se percataba a alcanzarla. En cuanto lo hizo, Merdi se había parado y se había girado para mirarla.
— Puedes contar conmigo.— la dijo con una sonrisa. Su amiga dejó sonar una pequeña risa.
En ese momento la voz masculina de alguien sonaba en todo el instituto.
— Entonces ¿Vais?— Preguntó esa voz que para Eshter y muchos más les era desconocida.
— Sí, será divertido ¿Te apuntas?— Sonó la voz de Marcus con un tono burlón. La voz desconocida dejo salir una pequeña carcajada.
— Con mucho gusto. Me colaré.— dijo como si nada.
— Oye, has dejado el micrófono encendido.— avisó la voz de Lucass. Al instante, la voz desconocida hizo sonar un grito ahogado y apagó el micrófono mientras la voz de Marcus decía “Este tío no tiene remedio:”
Merdi y Eshter se quedaron sin palabras al escuchar tal conversación.
— Esos tres ¿Qué pretenden?— Preguntó Merdi mientras se disponía a caminar y Eshter la seguía.
— Eran Marcus y Lucass ¿Verdad?— Preguntó también la rubia.
— Sí, y el tercer chico será algún amigo suyo, pero ¿Has oído? ¡Marcus va a la excursión!— Eshter empezó a palidecer. —Vas a poder demostrarle que eres genial y...—
— Ya no voy.— la interrumpió su amiga. Merdi no daba crédito a lo que oía.
— ¡Pero si habías dicho que sí!— Se quejó mientras la miraba incrédula.
— Ya, pero si va él entonces...— se detuvo. Su amiga no podía comprenderla.
— ¿Qué? ¿Vas a huir de él? Así no se fijará en ti, además hay medio colegio que va a por él, si no te das prisa te lo quitarán.— Eshter afirmó con la cabeza después de pensarse tres segundos lo que esas palabras la decían.
— Está bien, voy. Pero estaré a mi bola, nada de citas secretas.— Merdi dio un pequeño salto de alegría. La había vuelto a convencer.


Después de una semana preparándose para lo que se la iban a caer encima, ya había llegado el día.
Todos estaban de pie con sus maletas dentro de sus clases, esperando a que les dieran la señal para salir en busca del autocar, que los esperaban en la calle.
Merdi buscaba a Eshter por toda la clase, y al fin la encontró detrás de la puerta.
— ¿Estas tonta?— La preguntó mientras la miraba sin saber que pensar.
— Estoy nerviosa.— la corrigió su amiga. Eran tres días en un terreno desconocido, al aire libre, todo campo y con Marcus allí.
— Pues tranquilízate, que esto es para divertirse.— la dijo la morena mientras la agarraba de la muñeca y la apartaba de la puerta.
En ese instante, la profesora que iría con ellos a la excursión, de cabellos marrones recogidos por una goma de pelo y vestida con trajes deportivas entró a la clase, llamando a todos la atención con grandes golpes en la puerta de madera pintada de blanco.
— Escucharme, para el autocar iréis en parejas como yo escoja.— les dijo levantando más la voz en el “yo.” — Tú y tú, él y el de allí. Eshter con...—
“¡Yo, yo!” Pensaba Merdi.
— Con Marcus, os iré mezclando con los de la otra clase, y no os pondré con amigos.— continuó la profesora echándole una mirada asesina a Merdi, que ésta la devolvía la mirada. A Eshter la parecía que se desmayaría allí mismo. —Y tú, Merdi, irás con... Alem.— Y la morena abrió bien los ojos, sorprendida de oír ese nombre. Mientras Eshter intentaba recuperarse del mareo que la había entrado con solo imaginarse que iría con Marcus, la profesora seguía haciendo parejas.

En el autocar, Merdi se había sentado en su sitio mientras esperaba a que Alem apareciese para sentarse, y Eshter ya se había encontrado con Marcus, que éste se había sentado al lado de la ventana.
— Valla, así que tú eres mi pareja. Bien, encantado de volver a verte.— Saludó Alem a Merdi mientras se sentaba en su asiento.
Merdi observó al chico, de cabellos castaños y despeinados, ojos azules y vestido con camisa y vaqueros.
— No has cambiado nada en estos últimos diez días ¿Cierto?— Le preguntó ella con un tono divertido. El chico dejó sonar una pequeña risa.
— ¡Claro que sí! La ropa.— bromeó él. Merdi suspiró mientras negaba con la cabeza y lo volvía a mirar.
— Esa voz que sonó la semana pasada en todo el colegio era tuya, así que en serio te has colado para venir a la excursión.— Alem movió sus hombros.
— Estabamos en la sala del club de emisión radio, y al apoyarme en unas de esas mesas llenas de botones encendí el micrófono.— explicó él mientras ella sostenía su risa.
— Esas mesas que tú dices me imagino que serían los mandos.— concluyó la chica mientras afirmaba con la cabeza.
— Lo que sea ¿Cuánto se escuchó?— Preguntaba ahora él con curiosidad.
— Desde “Entonces ¿Vais?” Hasta “Este tío no tiene remedio”— contestó ella mientras intentaba imitar las voces de él y Marcus. —No eres de este instituto, no entiendo el por qué colarse para asistir a un capo.— inquirió. Alem la sonrió, pero no dijo nada. Es verdad, él no era de ese instituto, pero sí tenía razones para asistir.

MIENTRAS TANTO, EN EL SITIO DE ESHTER Y MARCUS...

— Así que... tú eres Marcus.— dijo ella para romper el silencio que reinaba sobre ellos desde que se saludaron.
— Sí, y tu Eshter ¿Estoy en lo cierto?— Preguntó él, aunque la respuesta era obvia. Eshter afirmó con la cabeza, y Marcus desvió su mirada hacia la ventana mientras que ella miraba hacia delante. El silencio había vuelto a reinar sobre ellos.
— ¿No prefieres estar con... Alem?— Volvió a romper ella el silencio. Estaba esperando una respuesta caballerosa por parte del chico
— Pues claro.— respondió él aún observando atraves de la ventana. Eshter empezó a maldecirse por hacer tal pregunta y pensar que el chico respondería algo caballeroso de su parte. Sin embargo ahora prefería dejar que el silencio volviera a reinar.

EN OTRO AUTOCAR Y EN LA OCTAVA FILA...


Lucass afirmaba la cabeza mientras que su compañera de asiento hablaba y habla sin respirar.
— Yo le dije que no, pero él estaba ese día esperándome con un ramo de rosas y me invitó a bailar, pero al día siguiente le vi con Anne de primero A ¿Te lo puedes creer?— Le decía la compañera. Lucas seguía afirmando con la cabeza. Parece que la chica no sabía que las personas pueden hablar con otras del sexo opuesto sin que significara nada.
“Me está contando toda su vida ¿Cuándo respira?” Pensaba él cuando ya llevaban dos horas de viaje y la chica aún seguía hablando sin detenerse.
— ...justo en ese momento mi hermana abrió la puerta ¡Nos vio!— Seguía contando ella, y hizo una pausa mientras miraba al chico. No decía nada pero parecía que la escuchaba. Entonces se dio cuenta que se lo estaba comiendo con la mirada en tres segundos de silencio. —Pero dejemos mi vida a un lado, háblame de la tuya.— dijo después toda sonriente. Lucass la miró sin interés alguno en responder.
Al instante la voz de la profesora los interrumpió.
— ¡Ya llegamos, podéis coger vuestras maletas y salir ahora mismo!— Les avisó. La compañera de asiento parecía sorprendida.
— ¿Ya? ¿No ha sido demasiado corto el viaje?— Preguntó mientras observaba como Lucass se despedía de ella con una gesto de mano y se disponía a salir del autocar.


Merdi se bajó del autocar, y se dirigió donde se encontraba Eshter, que ésta estaba metida en sus pensamientos, parada en medio de todos los alumnos.
— Regresa, tenemos que montar la tienda ¿Qué tal te ha ido?— La llamó Merdi sacándola de sus pensamientos.
— Hola. No me ha ido mal.— la respondió ella empezando a caminar con su compañera.
— ¿En serio?— Volvió a preguntar su amiga sorprendida por la respuesta.
— En serio. Digamos que el silencio tomó el control de las horas.— la explicó Eshter recordando sus dos horas de viaje sin decir nada. Merdi suspiró. Así era su amiga.

Al llegar al lugar donde pondrían su tienda de campaña, Merdi empezó a sacar las cosas y empezó a montarla, de rodillas al suelo.
— ¿Sabes hacerlo?— Preguntó la rubia algo preocupada.
— Si no lo intento no sabré que responderte. Primero coloquemos esto en su sitio y ahora lo atamos con esto, ahora pongámoslo recto...— No pudo terminar de hablar pues la tienda se la cayó encima.
— Cómo pensaba, no tenemos ni idea ninguna de las dos.— suspiró la rubia. Estaba pensando en mirar en las instrucciones, pero ¿Dónde estaban?
— Cuando atas una parte pero no la otra es imposible que la tienda se tenga de pie.— las avisó la voz de Lucass, que se había dirigido a Merdi y la quitaba las cosas caídas encima de ella con el pie.
— Sí, es como levantarte de la silla sin hacerlo.— comentó otra voz, desconocido para Eshter pero también familiar, y se giró.
Alem y Marcus observaban el caos que había hecho la morena.
— Mejor dejarnos ayudaros.— propuso Marcus aún observando aquel caos.
— Un pequeño descuido.— rió Merdi viendo sus errores.
— Vamos, levanta.— la dijo Lucass sonriendo mientras la ofrecía su mano para ayudarla a levantar.
— ¡Sí!— Exclamó ella alegremente mientras aceptaba la ayuda de Lucass.
— Bien, pues empecemos.— Comentó Alem mientras se unía a esos dos, sin darse cuenta que había interrumpido la escena.


A la noche, los alumnos estaban observando la estrellas delante del fuego, y un chico propuso en contar una historia de miedo, y a todos les encantó la idea excepto a Eshter, que dijo que mejor se iría a la cama. Merdi la agarró de la muñeca para que no se fuera.
— Venga, no te vallas, no seas miedica, que por escuchar no va a ocurrir nada.— la pidió al ver como su amiga hacia fuerzas para librarse de ella.
— No, no es nada de eso. Solo estoy cansada.— se excusó la rubia al notar las miradas de todas las personas presentes.
— Pero si es demasiado pronto.— insistía Merdi con una gran sonrisa. Eshter suspiró al verla.
— Está bien, pero cuando quiera irme me voy.— la dijo sentándose al lado suyo. Al final la había vencido.
El chico empezó a contar su historia una vez que todos estuvieran dispuestos a escucharle.
"La historia comienza así. Una pequeña vampiresa soñaba con tener amigas humanas, sin tener que beber su sangre y acabar con ellas, pero sus padres, que también eran vampiros, lo veían imposible.
La pequeña vampiresa amaba a sus padres con toda su alma, pero un día observó como un caza vampiros los disparaban. Vio como la sangre de los únicos seres a quien amaba salía de ellos por los disparos.
Huyó desesperada por no ver más esa escena, huyó para vivir. Corrió con todas su fuerzas para ser salvada y recorrió mitad del mundo, buscando a alguien que la aceptaba. Pero no lo encontró.
Nadie quería saber de ella, ya que medio mundo la buscaban desesperadamente para acabar con ella.
Se unió a una pandilla de matones sin corazón, que acababan con todo ser que se toparan con ellos.
Ella era uno de ese tipo de gente, hasta que un humano paró los pies de esa pandilla, pero apunto de ser atacado por la espalda, la vampiresa, que ya era una adulta, le salvó.
Traicionó a las únicas personas que la habían aceptado por salvar a alguien que sería como todos los demás.
Pero ese chico la estaba agradecido, y sabiendo quien era ella la propuso viajar juntos.
Ella aceptó encantada, con el paso del tiempo había empezado a pensar que toda su mala vida se había acabado.
Pero no fue así, el mismo cazador que había matado a sus padres se había encontrado con ellos dos una noche, queriendo acabar con la vida de la vampiresa.
El chico la ayudó a escapar, estaba dispuesto a ayudarla, pero el cazador acabó con su vida con dos disparos delante de los ojos de ella.
La vampiresa se arrodilló en el suelo, llorando encima del cuerpo del chico.
“-¿Por qué me haces esto?-” Preguntó ella, desesperadamente llorando.
“-Por ser vampiro-” Respondió el cazador. La chica dejó de llorar, y se levantó del suelo, mirándole.
“-¿Por ser vampiro? Ya veo, pensáis que acabamos con muchas vidas, que no podemos resistirnos a la sangre humana. Pero la verdad es que pensar eso acaba con muchas más vidas, como lo has hecho tú.-” Y estiró sus brazos. “-Adelante, dispara. Así yo podré descansar junto con ellos, y dejar de poner vidas en peligro.-”
El cazador preparó su escopeta y disparó. El cuerpo de la chica cayó al suelo junto al del chico."

El chico acabó de contar, y Eshter estaba sorprendida por tal historia. Dirigió la mirada a su compañera, pero se sorprendió aún más de lo que ya estaba.
Merdi tenía la mirada perdida en algún lugar, pálida y respirando agitadamente.
— ¡Merdi! ¿Te encuentras bien?— La preguntó preocupada mientras la agarraba una mano. Su amiga tragó saliva y afirmó con la cabeza mientras se levantaba del tronco donde se había sentado.
— Vamos a la cama.— la dijo con una sonrisa, y comenzó a andar hacia su tienda de campaña.
Eshter observó a su alrededor, y vio como todos se estaban yendo a dormir, y decidió seguir a su amiga, que parecía haberse recuperado.

TODOS ESTABAN DURMIENDO EXCEPTO UNA PERSONA...

Merdi estaba sentada en su colchón, observó durante unos segundos como dormía su amiga, y después observó el pequeño sobre rojo con una “P” en amarillo que sostenía con sus manos. Lo abrió y luego se lo acercó a la boca para que los pequeños polvos que tenía dentro cayeran, y después tragó.


A LA MAÑANA SIGUIENTE...

El despertador empezó a sonar, ya eran las siete de la mañana y había que prepararse para la prueba que la profesora les quería poner.
Eshter apagó el despertador y se dispuso a despertar a Merdi, que parecía seguir durmiendo.
— Despierta, dormilona, hay que prepararse para la prueba.— la llamó. Pero Merdi solo abrió un ojo.
— Un rato más. Dos minutos.— pidió la morena. Eshter empezó a reír.
— Tú veras, pero yo me voy ya.— la dijo aún entre risas. Merdi sonrió y se incorporó para prepararse. Al final se levantaría para vestirse como se debe.

Y tras desayunar rápidamente, todos los alumnos estaban de pie en medio del campo, alrededor de la profesora.
— Escucharme todos.— les ordenó la profesora. —La siguiente prueba es buscar por todo el campo tres objetos: una gorra, un anillo y una canica.



CONTINUARA...

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